Berna, una noche fría de diciembre

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Estando una noche fría a 2.200 km de casa, recibes un sms en el que te piden que escribas algo para ella. Una persona que como ella, no hay dos.

Paras tu mente, te pones a pensar y recordar para ver cómo empezar. Y es que quieres escribir algo tan impresionante, como lo impresionante que es ella, y te das cuenta, que no hay palabras suficientemente buenas para escribir algo sobre ella.

Ella, la persona que cuida de todos sin nada a cambio, la que nunca se le olvida ese detalle para todos los suyos, a la que le regalas un libro y parece que le regalaste los mejores bombones del mundo y entonces, empieza el ritual:

Lo primero que se produce, es el cambio en su cara, que pasa a ser de alegría pura.
Luego, con una delicadeza, lo abre. Con esa ilusión de niña pequeña, para de nuevo, ver como se ilumina esa cara. Son momentos que te marcan la vida, porque son caras que irradian tanta alegría, que no se olvidan. Después de haber des-precintado su preciado libro, que ya para ella es un nuevo tesoro, lo abre y desliza sus páginas para impregnarse del olor que desprende su nuevo tesoro, el cual, devorará en pocos días, en ratos de paz y tranquilidad, al igual, que si estuviese comiendo esos deliciosos bombones, pero a diferencia de que este tesoro lo guardará para el resto de su vida con mucho amor y cuidado como todos los que la conocemos, sabemos.

En fin, no sé si fueron las palabras apropiadas para describir parte de lo que es ella, pero intenté hacerlo lo mejor que pude…

¡¡TE QUIERO MUCHISIMO MI CIELA BELLA!!

Escrito por Carmen Moreno.

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